Ef. 1:4-5 Según nos escogió en él
antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante
de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.
LA ELECCIÓN. La elección de Dios de los que creen
en Cristo es una doctrina importante para el Apóstol Pablo (véanse Ro. 8:29-33;
9:6-26; 11:5, 7,28; Col. 3:12; 1 Ts. 1:4; 2 Ts. 2-13; Tít. 1:1. La elección se
refiere a la elección de Dios en Cristo de un pueblo para que sea santo y sin
mancha a sus ojos (2Ts. 2:13). Pablo ve esa elección como una expresión del amor
de Dios cuando Dios recibe como suyos a todos los que reciben a su hijo,
Jesucristo (Jn 1:12). La doctrina de la elección abarca las verdades sig:
(1) La elección es
Cristocéntrica, es decir, la elección de los seres humanos ocurre solo en unión
con Jesucristo. “nos
escogió en el” (Ef. 1:4; 1:1). Cristo es el primero de todos los elegidos de
Dios. Con respecto a Jesús, Dios declara: “Este es mi siervo a quien he
escogido” (Mt 12:18; Is 42:1,6; 1Pe 2:4). Cristo, escogido, es el fundamento de
la elección. Solo en unión con Cristo los creyentes se cuentan entre los
elegidos (Ef. 1:4,6-7, 9-10, 12-13). Nadie es elegido separado de la unión con
Cristo por la fe.
(2) La elección es en
él: “En él tenemos
la redención mediante su sangre” (Ef. 1-7). Dios tuvo el propósito antes de la
creación (1:4) de formar un pueblo por la muerte redentora de Cristo en la
cruz. Por eso la elección se basa en la muerte expiatoria de Cristo para salvar
de los pecados (Hch 20:28; Ro 3:24-26).
(3) La elección en
Cristo es primordialmente colectiva, es decir, la elección de un pueblo (Ef. 1:4-5, 7,9). Se les
llama a los elegidos el “cuerpo de Cristo” (4:12), “mi Iglesia” (Mt 16:18),
“pueblo que pertenece a Dios” (1Pe 2:9) y la “novia” de Cristo (Ap. 19:7). Por
lo tanto, la elección es colectiva y comprende a las personas solo en la medida
que se identifican y asocian con el cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia (Ef.
1:22-23). Esto era así también en lo referente a Israel en el AT (Dt. 29:18-21;
2R. 21:14).
(4) La elección para
salvación y santidad del cuerpo de Cristo siempre es segura. Pero la certidumbre de la elección
de las personas sigue condicionada a la fe viva y personal en Jesucristo y a la
perseverancia en unión con el. Pablo demuestra esto como sigue:
a) El eterno propósito de Dios para la Iglesia es que los
creyentes sean “santos y sin mancha delante de el” (Ef. 1:4). Eso se refiere al
perdón de los pecados (1:7) y a la santificación y santidad de la Iglesia. El Espíritu
Santo conduce al pueblo elegido de Dios hacia la santificación y la santidad
(véanse Ro 8:14; Ga 5:16-25). El Apóstol insiste en el énfasis de este importante
plan de Dios (véanse Ef. 2:10; 3:14-19; 4:1-3,13-24; 5:1-18).
b) El cumplimiento de este plan para la Iglesia colectiva es
seguro: Cristo quiere “presentársela a si mismo como una Iglesia radiante…
santa e intachable” (Ef. 5:27).
c) El cumplimiento de este plan para los creyentes es condicional.
Cristo los presentará “santos y sin mancha delante de él” (Ef. 1:4) solo si
continúan en la fe. Pablo declara que Cristo va a “presentarlos santos,
intachables e irreprochable delante de él… con tal de que se mantengan firmes
en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el
evangelio” (Col 1:22-23).
(5) La elección para
salvación en Cristo se ofrece a todos (Jn. 3:16-17; 1Ti 2:4-6; Tít. 2:11; Heb 2:9) y llega a ser
una realidad para las personas en particular según su arrepentimiento y fe
cuando aceptan el don de salvación de Dios en Cristo (Ef. 2:8; 3:17; Hch 20:21;
Ro 1:16; 4:16). Por la fe, el Espíritu Santo incorpora al creyente al cuerpo
elegido de Cristo (La Iglesia) (1Co, 12:13), con lo cual llega a ser uno de los
elegidos. Así Dios y los seres humanos toman una decisión en la elección
(véanse Ro 8:29; 2Pe 1:1-11).
LA PREDESTINACIÓN. La predestinación significa “decidir
de antemano”, y se aplica a los planes de Dios incluidos en la elección. Mediante
la elección Dios escoge “en Cristo” a un pueblo (la verdadera Iglesia) para sí.
La predestinación comprende lo que le sucederá al pueblo de Dios (todos los
genuinos creyentes en Cristo).
(1) Dios predestina a
sus elegidos para que sean:
a) Llamados (Ro 8:30);
b) Justificados (Ro 3:24; 8:30);
c) glorificados (Ro 8:30);
d) conformes a la imagen de su hijo (Ro 8:29);
e) santos y sin mancha (Ef. 1:4);
f) adoptados como hijos suyos (1:5);
g) redimidos (1:7);
h) destinatarios de una herencia (1:14);
i) para alabanza de su gloria(Ef. 1:12; 1Pe. 2:9);
j) destinatarios del Espíritu Santo (Ef. 1:13; Ga. 3:14);
k) creados para hacer buenas obras (Ef. 2:10).
(2) La predestinación,
como la elección, se refiere al cuerpo colectivo de Cristo (la verdadera
Iglesia espiritual), e incluye a las personas solo en asociación con ese cuerpo
mediante una fe viva en Jesucristo (Ef. 1:5, 7,13; Hch. 2:38-41; 16:31).
RESUMEN. Con respecto a la elección y la
predestinación, se pudiera emplear la analogía de una gran nave rumbo al cielo.
Dios escoge la nave (la Iglesia) para que sea su embarcación personal. Cristo
es el capitán y el piloto de esa nave. Todos los que desean formar parte de esa
nave elegida y de su capitán pueden hacerlo mediante la fe viva en Cristo, por
la cual pueden abordarla. Mientras están en la nave, en compañía del capitán,
están entre los elegidos, si optan por abandonar la nave y al capitán, dejan de
ser parte de los elegidos. La elección siempre es solo en unión con su capitán
y su nave. La predestinación tiene que ver con el destino de la nave y con lo
que Dios ha preparado para los que permanecen en ella. Dios invita a todo el
mundo a subir, mediante la fe en Jesucristo, a la nave elegida.