jueves, 23 de octubre de 2014

LA SANIDAD DIVINA.

La Sanidad Divina

Mt 8:16-17 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para qué se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
LA PROVISIÓN EN LA REDENCIÓN.

  1. El problema de la enfermedad y las dolencias está entretejido con el problema del pecado y de la muerte, como por ejemplo las consecuencias de la caída de la humanidad.

En tanto que la ciencia médica examina las causas de la enfermedad y las dolencias en términos psicológicos o psicosomáticos.

La Biblia presenta las causas espirituales como el problema implícito o fundamental:


(a) el pecado, que ha afectado la constitución física y espiritual del hombre (Jn. 5:5,14), y    
(b) Satanás (Hch. 10:38; cf. Mr. 9:17, 20,25; Lc. 13:11; H c h 19:11- 12).

  1. La provisión de Dios en la redención es tan amplia como las consecuencias de la caída.

Para el pecado; Dios provee el perdón;

Para la muerte; Dios provee vida eterna y resurrección.

Para la enfermedad: Dios provee sanidad (Sal 103:1- 5; Lc. 4:18; 5:17-26; Stg. 5:14- 15).

Por eso durante la vida terrenal de Jesucristo, su triple ministerio fue:

ü  La enseñanza de la Palabra de Dios

ü  La predicación del arrepentimiento (el problema del pecado) y las bendiciones del reino de Dios (la vida)

ü  La sanidad de toda clase dé enfermedades y dolencias en el pueblo (Mt 4:23-24).

LA REVELACIÓN CON RESPECTO A LA VOLUNTAD DE DIOS.

La voluntad de Dios con respecto a la sanidad se revela dé cuatro maneras en las Escrituras:


  1. La declaración de Dios. En Ex 15:26 Dios prometió salud y sanidad para su pueblo si se mantenían fieles a su pacto. y sus mandamientos (véase Ex 15:26). Su declaración tema dos aspectos:

(a)  "Ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti “

(b)  "porque yo; soy Jehová tu sanador” (como Redentor)

Dios 'continuaba de médico divino o sanador de su pueblo del AT cada vez que ellos buscaban su rostro y obedecían su palabra (2R 20:5; Sal 103:3).

2.    El ministerio de Jesús. Por ser él Hijo de Dios encarnado, Jesucristo era y es la exacta manifestación de l a naturaleza y del carácter de Dios (Heb. 1:3; cf. Col 1:15; 2:9).

En su ministerio terrenal (Mt 4:23-24; 8:14-16; 9:35; 15:28; Mr. 1:32-34>40-41; Lc. 4:40; Hch. 10:38),

Jesús reveló la voluntad de Dios en acción (Jn. 6:38; 14:10), probando que está en el corazón, la naturaleza y el plan de Dios sanar a todos los enfermos y oprimidos por el diablo.

3.    La provisión de la expiación de Cristo (Is. 53:4-5; Mt 8:16-17; 1P 2:24). La muerte expiatoria de Jesucristo fue perfecta y suficiente para redimir a la persona íntegra: espíritu, alma y cuerpo.

Como el pecado y la enfermedad se han convertido en los dos gigantes designados por Satanás para destruirla, el perdón y la sanidad son dos bendiciones designadas por Dios para redimirla y sanarla (Sal 103:3; Stg. 5:14-16).

El creyente debe proseguir en humildad y en fe para poseer la completa provisión de la expiación de Cristo, incluso la sanidad del cuerpo.


4.    El ministerio actual de la iglesia.

Jesús mandó a los doce discípulos a sanar a los enfermos como parte de su proclamación del reino de Dios (Lc. 9:1-2,6).

Más tarde envió a setenta y dos discípulos a hacer lo mismo (Le 10:1,8-9,19).

Después del día de Pentecostés, la iglesia primitiva llevó adelante el ministerio de sanidad de Jesús como parte de la predicación del evangelio (Hch. 3:1-10; 4:30; 5:16; 8:7; 9:34; 14:8-10; 19:11-12; cf. Mr. 16:18; I Co. 12:9, 28,30; Stg. 5:14-16).

El NT indica tres maneras cómo el poder sanador de Dios y la fe se impartían por medio de la iglesia:

(a)  la imposición de manos (Mr. 16:15-18; Hch. 9:17),
(b)  la confesión del pecado del que se tiene conciencia, seguida de la unción del enfermo con aceite (Stg. 5:14-16),
(c) los dones espirituales de sanidad dados a la iglesia (I Co. 12:9).
Nótese que son los ancianos que deben orar, la oración de fe.

OBSTÁCULOS PARA LA SANIDAD.

A veces hay obstáculos para recibir la sanidad divina, tales como:

(1) pecados' no confesados (Stg. 5:16),

2) opresión o esclavitud demoniaca (Lc. 13:11-13),

(3) temor o ansiedad aguda (Pr. 3:5-8; Fil. 4:6- 7),

(4) desengaños pasados que debilitan la fe actual (Mr. 5:26; Jn. 5:5-7),

(5) la gente (Mr.10:48),

(6) enseñanza que no es bíblica (Mr. 3:1- 5; 7:13),

(7) ausencia de la oración de fe de parte de los ancianos (Mr. 11:22 -24; Stg. 5:14-16),

(8) falta por parte de la iglesia de buscar y obtener los dones de milagros y sanidades que Dios ha designado (Hch. 4:29-30; 6:8; 8:5-6; 1Co. 12:9-10,29-31; Heb. 2:3-4),

(9) incredulidad (Mr. 6:3-6; 9:19,23-24) y

(10) conducta carnal (1Co. 11:29 - 30).

Otras veces no es clara la razón por la que persiste la aflicción física en los piadosos (Ga. 4:13,17; 1Ti 5:23; 2Ti 4:20). Y aún en otros casos Dios opta por llevar a sus santos amados al cielo en medio de una enfermedad (cf. 2R 13:14).

PASOS QUE DAR

¿Qué puede hacer el creyente en Cristo cuando ora y busca la sanidad de Dios para su cuerpo?

1.    Estar seguro de qué se encuentra en buena relación con Dios y los demás (Mt 6:33; I Co 11:27-30; Stg. 5:16; véase Jn. 15:7).


2.    Buscar, la presencia de Jesucristo en su vida, porque El es quien le dará la fe que necesita (Ro 12:3; I Co. 12:9.; F i l 2:13; véase Mt 17:20).

3.    Saturar su vida de la Palabra de Dios (Jn. 15:7; Ro 10:17).


4.    Si no recibe sanidad, permanecer en Él (Jn. 15:1-7) y examinar su vida  para ver qué cambios desea obrar Dios en su vida.


5.    Pedir las oraciones de los ancianos de la iglesia y la unción con aceite, y las de los miembros.de la familia y los amigos (Stg. 5:14-16).


6.     Asistir  a  un  culto .en  el-que esté presente  una persona con  reconocido ministerio de. sanidad, (Hch. 5:15-16; 8:5-7).

7.    Esperar un milagro, es decir, confiar en. el. poder de Cristo (Mt 7:8; 19:26).

8.    Alegrarse si la sanidad llega en seguida, pero alegrarse de todos modos si no llega de inmediato (Fil 4:4,11-13).

9.    Saber que las demoras de Dios para responder las oraciones no son necesariamente negaciones de esas peticiones, sino que algunas veces Dios tiene en mente un propósito mayor que, cuando se comprende, resulta en más gloria para El (Jn. 9:3; 11:4, 14-15, 45; 2 Co. 12:7-10) y en beneficio del creyente (Ro. 8:28).

10.   Reconocer que si uno es un creyente consagrado, Dios nunca lo dejará ni lo desamparará. El lo ama tanto que lo ha esculpido en las palmas de sus manos (Is. 49: 15-17).

Nota: La Biblia reconoce l a debida atención medica (Mt. 9:12; Lc. 10:34, Col. 4:14).


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