La salvación se
produce como un don de la gracia de Dios, pero solo puede obtenerse por la
respuesta humana de la fe. Para entender ese proceso de la salvación, hay que
comprender esas dos palabras.
LA FE SALVADORA. La fe en Jesucristo es la única condición que Dios exige
para la salvación. La fe no es solo una confesión acerca de Cristo, si no
también una actividad que brota del corazón del creyente que procura seguir a
Cristo como Señor y Salvador. (Mt 4; 19; 16:24; Lc. 9:23-25; Jn 10:4-27; 12:26;
Ap. 14:4)
1.) El concepto del
nuevo testamento de la fe incluye cuatro elementos principales
a.) Tener fe significa
creer y confiar firmemente en el Cristo crucificado y resucitado como Señor y
Salvador personal (Ro 1:17). Abarca el creer de todo corazón (Ro 6:17; Ef. 6:6;
Heb 10:22), rendir la voluntad y entregar todo el ser a Jesucristo tal y como
se revela en el nuevo testamento.
b.) La fe implica
arrepentimiento, es decir apartarse del pecado con verdadero pesar (Hch 17:30;
2 Co 7:10) y volverse a Dios por medio de Cristo. La fe salvadora siempre es
una fe de arrepentimiento (Hch 2:37-38; Mt 3:2)
c.) La fe incluye la
obediencia a Cristo y a su palabra como modo de vida inspirado por la fe, la
gratitud a Dios y la obra regeneradora del Espíritu (Jn 3:3-6; 14:15, 21-24;
Heb 5:8-9) Es para que “obedezca a la fe” (Ro 1:5). Por lo tanto, la fe y la
obediencia son inseparables (Ro 16:26). La fe salvadora que no procura la
santificación es ilegitima e inconcebible.
d.) La fe incluye la
devoción y el vinculo personales y sinceros a Jesucristo, los cuales se
expresan en confianza, amor, lealtad y gratitud. La fe en su sentido más
elevado no puede diferenciarse bien del amor. Es una actividad personal de
sacrificio y de entrega dirigida a Cristo. (Mt 22:37; Jn 21:15-17; Hch 8:37; Ro
6:17; Ga 2:20; Ef. 6:6; 1Pe 1:8).
2.) La fe en
Jesucristo como Señor y Salvador es tanto un acto de un momento como una
actitud continua que debe aumentar y fortalecerse (Jn 1:12). Debido a que se
tiene fe en una persona definida que murió por nosotros (Ro 4:25; 8:32; 1Ts
5:9-10), esa fe debe crecer (Ro 4:20; 2Ts 1:3; 1Pe 1:3-9). La confianza y la
obediencia se convierten en fidelidad y devoción (Ro 14:8; 2Co 5:15), la
fidelidad y la devoción se convierten en una intensa sensación de acercamiento
y amor al Señor Jesucristo (Fil 1:21; 3:8-10; Jn 15:4; Ga 2:20). Esa fe en
Cristo nos lleva a una relación con Dios y nos exime de su ira (Ro 1:18; 8:1) mediante
esa nueva relación morimos al pecado (Ro 6:1-18), y el espíritu santo vive en
nosotros (Ga 3:5; 4:6).
LA GRACIA. En el AT Dios se revelo como el Dios de gracia y
misericordia, que manifestaba su amor por su pueblo, no porque ellos lo
merecieran si no por su propio deseo de ser fiel a las promesas dadas a Abrahán,
Isaac y Jacob (Ex 6:9).
La gracia es la
presencia y el amor de Dios por medio de Jesucristo, que reciben los creyentes
de parte del Espíritu Santo, quien imparte misericordia, perdón y el deseo y el
poder para hacer la voluntad de Dios. (Jn 3:16; 1 Co 15:10; Fil 2:13; 1 Ti
1:15-16).
Toda la actividad de
la vida cristiana de principio a fin depende de la gracia.
1.) Dios da una medida
de gracia como don (1Co 1:4) a los incrédulos para que puedan creer en el Señor
Jesucristo (Ef. 2:8-9; Tít. 2:11; 3:4).
2.) Dios da gracia a
los creyentes para:
·
Que sean “libres del pecado”
(Ro 6:20-22)
·
Para producir en ellos “tanto
el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Fil 2:13; Tit
2:11-12; Mt 7:21)
·
Para que oren (Zac 12:10)
·
Crezcan en Cristo (2 Pe 3:18)
·
Y testifiquen acerca de Cristo
(Hch 4:33; 11:23).
3.) La gracia de Dios
se debe:
·
Desear y buscar con diligencia
(Heb 4:16).
·
Se recibe la gracia de Dios al
estudiar y obedecer las escrituras (Jn 15:1-11; 20:31; 2 Ti 3:15)
·
Al oír la proclamación del
evangelio (Lc. 24:47; Hch 1:8; Ro 1:16; 1 Co 1:17-18)
·
Al orar (Heb 4:16; Jud 20),
·
Al ayunar (Mt 4:2; 6:16),
·
Al adorar a Cristo (Col 3:16),
·
Al permanecer lleno del Espíritu
Santo (Ef. 5:18)
·
Y al participar de la cena del
Señor (Hch 2:42; Ef. 2:9)
4.) El creyente puede:
·
Dejar de alcanzar (Heb 12:15)
·
Recibir en vano (2 Co 6:1)
·
Apagar (1 Ts 5:19)
·
Desechar (Ga 2.21)
·
Y abandonar la gracia de Dios
(Ga 5:4).
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