LA ELECCIÓN. La elección de Dios de los que creen
en Cristo es una doctrina importante para el Apóstol Pablo (véanse Ro 8:29-33; 9:6-26;
11:5, 7,28; Col 3:12; 1 Ts 1:4; 2 Ts 2-13; Tít. 1:1La elección se refiere a la
elección de Dios en Cristo de un pueblo para que sea santo y sin mancha a sus ojos
(2 Ts 2:13). Pablo ve esa elección como una expresión del mor de Dios cuando
Dios recibe como suyos a todos los que reciben a su hijo, Jesucristo (Jn 1:12).
La doctrina de la elección abarca las verdades sig.
(1) La elección es cristocentrica, es decir, la elección de
los seres humanos ocurre solo en unión con Jesucristo, “nos escogió en el” (Ef.
1:4), Cristo es el primero de todos los elegidos de Dios. Con respecto a Jesús
Dios declara: “Este es mi siervo a quien he escogido” (Mt 12:18; Is 42:1;6; 1Pe
2:4). Cristo, escogido, es el fundamento de la elección. Solo en unión con
Cristo los creyentes se cuentan entre los elegidos (Ef. 1:4-6-7, 9-10, 12-13).
Nadie es elegido separado de la unión con Cristo por la fe.
(2) La elección es en el: “En el tenemos la redención
mediante su sangre” (Ef. 1-7). Dios tuvo el propósito antes de la creación
(1:4) de formar un pueblo por la muerte redentora de Cristo en la cruz. Por eso
la elección se basa en la muerte expiatoria de Cristo para salvar de los pecados
(Hch 20:28; Ro 3:24-26).
(3) La elección en Cristo es primordialmente colectiva, es
decir, la elección de un pueblo (Ef. 1:4-5, 7,9). Se les llama a los elegidos
el “cuerpo de Cristo” (4:12), “mi Iglesia” (Mt 16:18), “pueblo que pertenece a
Dios” (1Pe 2:9) y la “novia” de Cristo (Ap. 19:7). Por lo tanto, la elección es
colectiva y comprende a las personas solo en la medida que se identifican y
asocian con el cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia (Ef. 1:22-23).
(4) La elección para salvación y santidad del cuerpo de
Cristo siempre es segura. Pero la certidumbre de la elección de las personas
sigue condicionada a la fe viva y personal en Jesucristo y a la perseverancia
en unión con el. Pablo demuestra esto como sigue:
a) El eterno propósito de Dios para la Iglesia es que los
creyentes sean “santos y sin mancha delante de el” (Ef. 1:4) Eso se refiere al
perdón de los pecados (1:7) y a la santificación y santidad de la Iglesia. El Espíritu
Santo conduce al pueblo elegido de Dios hacia la santificación y la santidad
(véanse Ro 8:14; Ga 5:16-25). El Apóstol insiste en el énfasis de este importante
plan de Dios (véanse Ef. 2:10; 3:14-19; 4:1-3,13-24; 5:1-18).
b) El cumplimiento de este plan para la Iglesia colectiva es
seguro: Cristo quiere “presentársela a si mismo como una Iglesia radiante…
santa e intachable” (Ef. 5:27).
c) El cumplimiento de este plan para los creyentes es
condicional. Cristo los presentara “santos y sin mancha delante de el” (Ef.
1:4) solo si continúan en la fe. Pablo declara que Cristo va a “presentarlo
santos, intachables e irreprochable delante de el… con tal de que se mantengan
firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que
ofrece el evangelio” (Col 1:22-23).
(5) La elección para salvación en Cristo se ofrece a todos
(Jn 3:16-17; 1Ti 2:4-6; Tít. 2:11; Heb 2:9) y llega a ser un realidad para las
personas en particular según su arrepentimiento y fe cuando aceptan el don de
salvación de Dios en Cristo (Ef. 2:8; 3:17; cf. Hch 20:21; Ro 1:16; 4:16). Por
la fe, el Espíritu Santo incorpora al creyente al cuerpo elegido de Cristo (La
Iglesia) (1Co, 12:13), con lo cual llega a ser uno de los elegidos. Así Dios y
los seres humanos toman una decisión en la elección (véanse Ro 8:29; 2Pe
1:1-11).
LA PREDESTINACIÓN. La predestinación significa “decidir
de antemano”, y se aplica a los planes de Dios incluidos en la elección. Mediante
la elección Dios escoge”en Cristo” a un pueblo (la verdadera Iglesia) para si.
La predestinación comprende lo que le sucederá al pueblo de Dios (todos los
genuinos creyentes en Cristo).
(1) Dios predestina a sus elegidos para que sean:
a) Llamados (Ro 8:30);
b) Justificados (Ro 3:24; 8:30);
c) glorificados (Ro 8:30);
d) conformes a la imagen de su hijo (Ro 8:29);
e) santos y sin mancha (Ef. 1:4);
f) adoptados como hijos suyos (1:5);
g) redimidos (1:7);
h) destinatarios de una herencia (1:14);
i) para alabanza de su gloria(Ef. 1:12; 1Pe. 2:9);
j) destinatarios del Espíritu Santo (Ef. 1:13; Ga. 3:14);
k) creados para hacer buenas obras (Ef. 2:10).
(2) La predestinación, como la elección, se refiere al cuerpo
colectivo de Cristo (i.e., la verdadera Iglesia espiritual), e incluye a las
personas solo en asociación con ese cuerpo mediante una fe viva en Jesucristo
(Ef. 1:5, 7,13; cf. Hch. 2:38-41; 16:31).
RESUMEN. Con respecto a la elección y la
predestinación, se pudiera emplear la analogía de una gran nave rumbo al cielo.
Dios escoge la nave (la Iglesia) para que sea su embarcación personal. Cristo es
el capitán y el piloto de esa nave. Todos los que desean formar parte de esa
nave elegida y de su capitán pueden hacerlo mediante la fe viva en Cristo, por
la cual pueden abordarla. Mientras están en la nave, en compañía del capitán, están
entre los elegidos, si optan por abandonar la nave y al capitán, dejan de ser
parte de los elegidos. La elección siempre es solo en unión con su capitán y su
nave. La predestinación tiene que ver con el destino de la nave y con lo que
Dios ha preparado para los que permanecen en ella. Dios invita a todo el mundo
a subir, mediante la fe en Jesucristo, a la nave elegida.
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