sábado, 2 de mayo de 2015

Los siete hábitos de los discípulos efectivos y cómo aprovecharlos en el beneficio de sus ministerios. Por: Fabián Villanueva





Los hábitos personales –trabajando consigo mismo– son:

§  Ser proactivo: los discípulos deben aspirar a influir conforme a la voluntad de Dios en los acontecimientos y el entorno en el que trabajan y no limitarse a permanecer sentados a la espera de que sucedan cosas.
§  Empezar con un fin en mente: los discípulos deben identificar la responsabilidad inherente a su filiación conforme a la palabra de Dios. Una vez las tengan identificadas, deben evitar distracciones y trabajar constantemente en actividades que le conduzcan hacia sus objetivos.
§  Poner primero lo primero: los discípulos deben dar prioridad a aquellas actividades que les ayuden a alcanzar sus objetivos.
§  Afilar la sierra: los discipulos son humanos. Necesitan tiempo para descansar, renovarse y actualizarse.

Los hábitos interpersonales –trabajando con los demás– son:

§  Pensar en ganar-ganar: en el trato con los hermanos, los amigos, los pastores, los discípulos  comprometidos buscan siempre un terreno común y una solución basada en la palabra de Dios.
§  Comprender primero y después ser comprendido: al igual que los médicos, los discípulos deben diagnosticar el problema antes de prescribir su curación.
§  Sinergizar: la sinergia se produce cuando el resultado es mayor que la suma de las partes. Como en el caso de 2 + 2 = 5. El trabajo en equipo puede hacerlo posible.

CÓMO UTILIZARLA

§  Para ser proactivo, movilícese y trabaje hacia el logro de sus objetivos. No se quede sentado a la espera de que sucedan cosas. Busque oportunidades para influir sobre los acontecimientos y sobre su entorno de trabajo.
§  Empiece con un fin en mente identificando sus objetivos. ¿Qué quiere realmente en la vida? Piense en sus responsabilidades que como hijo de Dios tiene. ¿Qué quiere hacer para glorificar el nombre del Señor? Ha llegado el momento de concretar sus sueños. Plasme en un papel sus objetivos a corto (un año), medio (dos a tres años) y largo plazo (más de tres años) y vaya tachándolos a medida que los cumpla.
§  Ponga primero lo primero e identifique qué actividades le acercan más a la consecución de sus objetivos. En determinadas ocasiones tendrá que hacer otros tipos de trabajo. Y no pasa nada por ello. Pero retome lo importante lo antes posible.
§  Estar siempre a punto sirve para recordarle que debe cuidarse. Busque tiempo para orar, disfrutar de períodos de ayunos, lectura de la palabra y poner al día sus habilidades cristianas.
§  Cuando trate con hermanos, amigos o incluso con los conocidos, intente ante todo comprender qué dicen. Escuchándolos, conseguirá comprender qué quieren realmente.
§  En cuanto haya comprendido sus deseos, podrá identificar una solución en la que todas las partes salgan ganando y queden satisfechas. Esto genera confianza, lo que a su vez produce mejores resultados cuando vuelva a tratar en el futuro con estas personas.

§  Las relaciones que establezca basándose en el respeto mutuo y la igualdad liberarán sinergia más que competitividad y mejorarán los resultados futuros mucho más allá de lo esperado.


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